El Niño del Helado jueves, 1 de diciembre de 2005
![]() HISTORIAS DE AYER >>%<< Un americano, Mr.H, en Tegucigalpa, en función de voluntariado, en colaboración con una ONG Cuyo objetivo es regalar y distribuir zapatitos para todos los niños descalzos del Mundo. >>%<< Va caminando con su cámara colgando al hombro y su característica y habitual despreocupación por las cercanías del aeropuerto de la capital hondureña, mientras se dispone a paladear un sabroso y refrescante helado, recién adquirido, que lleva en su mano… Un niño, de nombre Feliciano, corriendo, niño pobre, de vestimenta y cara sucia bajo una visera, de pelo moreno y ojos castaños inteligente y avispado. Se detiene ante el americano y le pregunta… -¿ Me das un poco? -Sí, le responde Mr. H,. - Ven, - le dice- vamos a comprar otro helado para ti pues el niño se gana su simpatía, ternura y compasión. Ambos se dirigen a la cercana Heladería - Puedes pedir lo que quieras, dice al niño, Mr. H. Feliciano , con sorpresa, pregunta … - ¡ Oh, sí,!¿ puedo? - sí, responde Mr. H. Durante un tiempo no se decide lo mira todo con avaricia y, al fin exclama: - Quiero uno de esos barquillos ( señala el más grande) -¿Qué quieres ponerle?- pregunta Mr. H. - ¿Puedo coger más cosas? pregunta Feliciano admirado de su buena suerte, ante el ofrecimiento del americano. - Sí, responde Mr. H. Entonces se pone: nueces, pastel, caramelos… El heladero le dice - Pero Señor… - Déjelo usted por favor, yo le pagaré los gastos, responde Mr. H. el niño sonríe contento, coge las golosinas le da las gracias y dirigiéndose a Mr. H. exclama, casi a punto de llorar, con lágrimas en los ojos y voz entrecortada ¡ SOY FELIZ! y se va corriendo dichoso, maravillado de lo que le acaba de suceder… ---------------------- Mí amigo el americano Mr. H., ignora que por su acto de generosidad y cariño, posiblemente ese será el día más feliz de la vida de ese niño, o, cuando menos, uno de ellos que por siempre recordará su buena suerte. Pues algo que, para nosotros es tan habitual y carece de importancia, en aquellas pobres y miserables esferas sociales, adquiere el relieve de un verdadero ¡ Milagro! ººº…ººº…ººº El americano es mi amigo el periodista Homan Mac, y el niño… en realidad no sabemos como se llama (Si es que aún vive,) pero para no llamarle X, “ el niño del helado” en este relato verídico, lo bautizaré con el nombre de Feliciano. * Ann Louise Gordon Copyright (C) 2005
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