Del Diario de una niña... viernes, 12 de noviembre de 2004
![]() Ya llegan las Navidades y me acuerdo de mi casa, la casa de la alegria, de la música...¡ Mi Hogar...! A través del ventanal de mi alcoba veía los altos muros que rodeaban el Colegio, y un poco más allá, sin exacta medida de la distancia, ¿no sé a cuánto? ... la CIUDAD... durmiendo su sueño, y ... más allá los edificios, los rascacielos, las nubes de algodón ... EL CIELO... donde viviamos entonces... Pero yo no estaba allí, Padre, sino sola, triste, añorando el pasado... recordando, el crepitar de los leños en la chimenea del Salón, tú sillón preferido y , tus zapatillas, tu batín de damasco, la manta escocesa de Mikel; Sigo escuchando la música de Roset... ¡ Ah,! aún creo oír reírse a Susan, ruidosamente, al teléfono ..., pero, no logro recordar a mi mamá, sus cabellos rubios sus ojos de cielo, con el mantón de Manila rojo sobre los hombros... El árbol, las luces, la mesa, elegantemente dispuesta, la vajilla verde, aquella, española de Sargadelos. Es realmente, como si todo estuviera sucediendo ahora, y el pasado, presente se volviese... Pero... de pronto despierto y recuerdo... ya nada era igual ¡ Aquellos Muros! Entonces, oía el bullicio de mis compañeras, sus risas, sus pasos precipitados, el arrastrar de maletas, ¡ Era NAVIDAD ¡ se iban a sus casas, con sus familias, a pasar las fiestas , y yo, sin poderlo remediar, lloraba ... Tan sólo TAMY y yo nos quedaríamos allí, ella era igual que yo, estaba sola, nadie la reclamaba pues a nadie tenía... Quedaríamos las hermanas Gloria, Severina y , a Dios gracias también la hermana María Luisa, la de la dulce sonrisa, y las manos cálidas, la del decir afectuoso, y el corazón tierno, gozoso y amoroso. Nuestra querida Hermana María Luisa, la única LUZ que entraba en nuestra triste vida, la que siempre nos regalaba una sonrisa ... Después volvía el silencio, todo se apagaba, Ya se habían ido... Yo, entonces, aún albergaba una esperanza, todos los dias esperaba que en aquellas primeras Navidades ELLA viniese a buscarme, me mandase algo, una carta, una llamada, un regalo, ¡ Pero nunca sucedía nada!, tan sólo había silencio, soledad, y la mirada triste de Tammy... Habíamos prometido acompañarnos aquella noche, para no sentirnos tan solas, beberíamos, nos dormiríamos, y trataríamos de olvidar... de no recordar, ¿Y quién... sabe? ¡ sólo éramos dos niñas, igual nunca despertaríamos ...! Pero sucedió algo, algo que no estaba previsto, y fue qué el bedel ... su esposa y su niña, al conocer que Tammy y yo seriamos las únicas que no marcharíamos de vacaciones, nos habían invitado a compartir su mesa en aquella NOCHE DE NAVIDAD. Una cena sencilla, en la cual habría bacalao con repollo, pavo asado, compota de pera, frutos secos, y turrones. Ellos eran españoles, y decían que en España, por aquellas fechas, era el menú usual entre la gente humilde. Habíamos aceptado, ¿ cómo negarnos? seríamos las invitadas de honor... en la mesa de una familia desconocida, de buen corazón, mientras que... de nuestros hogares, nadie nos recordaba, nos llamaba ni tan siquiera reclamaba, éramos seres ignotos y despreciables, sin valor alguno para sus moradores .... Recuerdo que te dije... - Si tú pudieses venir después y decirme algo, te lo agradecería, también ¡ Si puedes! ayuda a Tammy, que se pasa estos días llorando... Y..., por favor Padre no olvides al bedel y su familia, son gente buena. ¡ Gracias Padrecito, te quiere y echa de menos, tu niña de la Tierra...! A N N L O U I S E * L.A. 21/12/95.
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