
A aquella lóbrega mazmorra del alma
otra vez la invadió la oscuridad.
Su amado, el halo luminoso, tras la niebla se perdió
gemía triste y desconsolada la rosa blanca,
hace, de ello, cuatrocientos suspiros de lozanía,
diez punzantes dolores de espina
y veinte mil lágrimas de rocío.
Se desposó con brillante alianza en el fulgor
en espléndida luminosidad el amor, la envolvió,
para coronarse de ausencia y frio
con afiladas dagas puñales, el dolor, la perfiló…
¡ ay, lloraba la luna.
Cuánto gemía el sufrír!
se inundaba la bendita tierra.
Pero aún más ¡ Mucho más! lloraba ella...
en aquel postrero día de estío!,
Ayer, iba vestida de velos y crespones de albor.
Hoy zainos, llenos de negror, ocres oxidados,
amarillos desvaidos, son sus ropajes.
Vive desolada en la nada
esperando que el viento presto se lleve
las huellas de todos aquellos versos…
y, con ellos, las de su efimero reinado
y existencia...
Pronto vinieron nieblas, nieves y lluvias.
Un lánguido y amarillento Otoño
sobre su condición de lozana e inmaculada rosa
y fue... ¡ Rosa, Rosa parda, que el viento del olvido
sin piedad, deshojó
y, sobre la amada tierra el viento,
por doquier, dispersó...
*
((¯`·.¸¸.·♥ Ann Louise ♥.¸¸.·´¯))
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