Cuando llegue ese día
en que, en mi ya no haya latido
risa ni alegría,
además de quedaros con todo
lo que yo, en vida poseía,
ponerme entre una y tres monedas bajo la lengua,
así con presteza subiré a la barca de Caronte
ese anciano flaco y déspota, de antifaz y ropajes
obscuros.
Barquero de Hades,
para que él guíe mi sombra errante
de difunta reciente,
de un lado a otro del río Aqueronte
y, cien años no tenga que vagar
como alma pordiosera y miserable
entre la muchedumbre apilada,
por sus riberas,
esperando que él
acceda a llevarme sin
pagar.
Así vosotros,
a mi macabra aparición
en vuestra vida, no temáis,
puesto que, con tales óbolos
el viaje pagáis…
ya de mí, para siempre
os libráis
*
AnnLOuisE
Copyright © 2007
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