Los pasajeros de aquella lujosa nao
arribaron ilusionados, a la inclemente bahía
de la brumosa metrópoli de XX
“Vete, si puedes,
por donde has venido
o suicídate”…
Qué absurda pretensión lo del suicidio.
Entre los grises destartalados del silencio enigmático
y la inclinación trepidante dedesembarcar en esta extraña ciudad
que parecía haberse estrangulado a si misma.
pero quizá no fue así?
quizá fuese su destino y que así estuviese escrito.
Vamos, que tenía que acontecer,
y siendo así, no fue menos…
¡Aconteció!
Ah,sería necio que yo ahora
me pusiese a gritar y llorar,
cuando no eran lágrimas
lo que precisaba este momento,
la situación, el lugar,
¡No, ciertamente!
En aquella ratonera inhóspita solo había muros,
muros grises, sucios y muy elevados,
separados por estrechos huecos polvorientos y mohosos;
y el cielo a juego y a su igual plomizo,
de tanto gris que lo aprisionaba.
Siempre se supo de retroceso, cambio de decisión,
y de vuelta atrás
sólo había que saber elegir el momento,
y hacerlo debidamente.
¡Sería a la primera ocasión!
.
Allí ocurría algo,no había vías y avenidas.
tampoco hombre, mujeres, niños,jóvenes,
ni coches, tranvias, o se escucha
el sonido de trenes,
no ví aves, ni sentí cantos.
No se ven niños con mochilas,
solo ancianos de paso lento y cansado…,.
que caminan, sucios vestidos de mugrientos harapos,
trazando círculos,
van y vienen farfullando un sonsonete,
algo ininteligible y espeluznante,
sin levantar los ojos del suelo,
como si estuviesen beodos
o fuesen robots.
Aquí no hay balcones, flores, ni jardines,
cafés, boutiques, tiendas, comercios,
¡nada que merezca la pena!
Quiero irme.¿Pero cómo?
es impensable que entre muro y muro pueda
darse el transito humano,
por no decir que es imposible
me atrevo a decir, en principio,
-para no enloquecer de miedo-
que es complicado.
¡No, ni pienso intentarlo!,
aunque confieso que el gusanillo de la curiosidad
me puede.
Sí, claro que lo haré,¿quizá más tarde?
No quiero ni pensar, las incontables filigranas,
que los del giro arqueado habrán intentado
para huir, pero siguen allí aprisionados,
en aquel repelente manicomio que es su
plaza central
sobre la cual convergen y se asientan
todos los muros
rodeando al inmenso foso abismal
de su justo y bien medido centro.
Busco alarmada un móvil,una señal, un mapa
un anuncio...
¡Nada!.
Solo parece haber algo escrito
en el más alto de todos los muros,
entre los trazos borrosos de algo así como una Catedral
de la que parece evadirse
un espeluznante canto mortuorio,
gemidos de de lágrimas y Tedeum,
tan esqueléticamente estrecha
que apenas son legibles sus caracteres:
“ Mejor acomódose y espere su turno”,
para allá no hay salida,
solo, ¿si cabe?
pruebe a irse por donde ha venido.
o consuélese…
Siempre te queda la fosa común.!
¡Bah!, qué estupidez…
me digo para infundirme ánimos,
pero estoy temblando.
No me desanimaré, es más siempre me gustaron
los retos.¡Vaya si saldré!, digo y me repito,
¡Yo sí, voy a salir!
Y me detengo a esperar segura
de que algo se me ocurrirá
o acontecerá.
Allí, de donde yo vengo,
se suele decir que todo tiene remedio en esta vida.
y la idea de la impensable exclusión
que cita el aludido dicho,
confieso que no me convencía del todo,
me ponía la carne de gallina, pero...
no entraba en mis cálculos asumir lo de la fosa común.
¡No, en absoluto!.
Así que. finalmente, lo conseguí. ¿Cómo no?
Obviamente de allí me fui a la primera ocasión,
al despertar, al fin!, aliviada de aquel feo y horrible sueño,
y lo hice a lomos de un inmenso y provindencial pájaro
de grandes alas y azuladas plumas, que me rescató,
dejándome a salvo bajo la lente dorada del sol.,
Allí, donde la primavera se abarrota de belleza,
y la música envuelve todos los rincones de la madre Gea.
