¡Ah, amigos, qué día más hermoso hace!
Es tan dorado, mágico y luminoso,
que no extraña sea acariciado por los rayos poderosos de Febo,
iluminando gustosos todo cuanto a su paso hallan.
No hay sobre la amada tierra, en este momento, fricción, o desencuentro,
salvo, ¿qué me ha parecido oír?
desde uno de sus frondosos lugares
a una conocida y bellísima flor,
del Parque de las Naciones,
en extremo contrariada,
llorando desconsolada,
que no cesa de gemir…
-¿Qué os sucede mi bella amiga?
le pregunto- deteniéndome ante ella-
- Hoy- exclama ella- espero la llegada de mi amado,
¡Pobre de mí!
Ese arisco viento de Marzo, aún invernal, descolocó y alborotó
mis tiernos y juveniles pétalos,
que ya abiertos al amor, aguardaban ilusionados su llegada...
-¡Ayudadme!, suplica apenada.
- Lindo capullo de rosa,
¡Detendré su ofensiva, os lo prometo!
Aquí están dispuestos, mis brotes de fuego
contra soplos, silbos y aspas.
Pondré entre el malvado viento y la flor…
al poderoso Abril protector, con su giro y brisas de ensueños,
mil tules, para que sean más dulces y apacibles,
la ambrosía y las mieles del amor.
- ¡Dulce Capullo de flor!,
que dé comienzo vuestra danza,
y ya nadie, ante vuestro brillo y esplendor,
a tomar revancha, o molestaros ose.