¡Ay, qué delicia,
al fin cesó de llover!
Si bien dicen
que mucha falta le hacían las aguas,
a la tierra,
ya no llueve y llueve.
Ya por el Jardín de las Delicias
puede volver a pasear…
volver a portar el deslucido paraguas,
no poderle ver, y echar de menos
bajo las aguas, aquel su alegre canto
de tenor abaritonado...
la dulce caricia de su voz, y donoso encanto
más la maravilla grata del sol.
…
A las lluvias hallé acomodo
¡un impermeable y florido parasol!
Amarillo, transparente y ligero...
¡Ah, ya se me figura sentir
sobre el rostro, el calor de su beso y arrebol.
¡Qué placer!,
volver a caminar entre las flores
saboreando colores, aromas
y amores…