Aquellos maravillosos sueños humanos
han sido trocados por música apagada,
casi imperceptible.
Hay un horizonte de dramáticos júbilos
de esperanza lejana y altiva,
y aquella promesa subyace
adormecida.
Todo fue barrido de la bola terráquea,
sobre ella sopló, durante cuarenta días
un gélido y estremecedor viento de olvido
y lejanía,
de indiferencia absoluta
y se hizo un silencio sepulcral…
No mires hacía atrás,
ya no divisaremos aquellos hermosos atardeceres
de nuestros fúlgidos puertos, de velas infladas,
ni iremos en pos de mil tesoros escondidos.
No habrá pasos de danza,
besos
ni rosas…
Mas si insistimos en fijar nuestro ojo,
incendiado de confianza, fe y seguridad,
en los prometidos dones de un gozoso futuro,
mucho más allá de la vida y la muerte,
sé que veremos erguirse altas torres bellísimas
sobre el arco del dulce violín, de la flauta, el iris,
y que todo volverá a ser, a latir,
que regresará la música.
Y que de nuevo VOLARÁN LOS PÁJAROS
sobre aquel anhelado jardín del Edén