Ese desangelado sendero de tan evidente
¡realidad!
Nos alejó de los feudos de la individualidad pintoresca,
de los visos coloridos del afianzamiento
del “yo“ fortificado, de la personalidad.
Nos distanció de lo pictórico, de la ensoñación,
obstruyó la inexpugnable visión
de aquellos paraísos de antaño,
de los mares,
de los icandescentes volcanes del color,
y del ópalo satinado de los lagos,
para llevarnos
a un mundo gris, de silencio, apatía y ausencia,
donde se palpa la realidad de la impotencia expresiva,
para transitar un árido páramo donde,
su desencanto,,
no logra hacer florecer ni una sola rosa,
ni da vida al ensueño de alcanzar el color..
Ya no veo pintorescos orates de blondas cabelleras
dialogando con las nubes veleidosas,
ni vates por el bosque violeta coloreando estrellas.
No quedan pintores de colinas y saltamontes,
tampoco danzarinas sobre la brisa azul de los anhelos
al alba del mascarón de proa
de las velas ondulantes de mi nao...
Dónde quedaron los colores de Eva, su paleta
y pinceles?.
Aquí ya no hallo lugar para mi alegre y colorida
chansonnette...
Retorno pues, arribando a mi oquedad…
a ese lugar en el tiempo,
donde morar asilada en todo lo inimaginable
en un intento de seguir siendo la modeladora que remienda las velas
hilvanando, en ellas, sobre el navío, todas las lunas
con finas puntadas de abeja, flor, risa, color,y viento
, a la espera de la sinfónica sonata de variopinta expresión
que tintará para la añorada inspiración
todos los mares y Océanos del amanecer
la resurrección del color.