Amo caminar, a eso del anochecer,
por la orilla de la verde y espumosa mar.
Embelesarme al contemplar
como la tarde languidece y muere.
Sentir como mi cuerpo se estremece
cuando, la brisa sureña, comienza a soplar
y, el fuerte brazo de mi amado
bajo el manto estrellado
de la noche,
me ciñe y envuelve...
con pasión
y derroche.
Amo ver a las rosas florecer,
a las estrellas palidecer
cuando la radiante Selene da en brillar
con su exuberante resplandecer...
Vivir, corriendo tras mil ensueños...
también, ese ir y venir
¡Mágico!
de aguas espumosas,
y olas blancas,
que, cual la melodía armoniosa
de los más dulces susurros
resuena,
con cálidas y vibrantes notas,
invitándome
a soñar...
¡Ah, cuán idílico sería
!Al fin!,
rodearme, de todas las cosas bellas
que amo,
de aquellas que deseo
y anhelo.
Alejar los fantasmas del pasado,
volver a lo que logra animarme
... a eso que vence el dolor
difumina lo penado...
y, me permite
bogar, al País de los Esplendores,
en la nave de mis ensueños,
empujada por el grato
y, dulce soplo
de Eolo.