Ayer...
todo estaba frío e inanimado, invernal,
era grisáceo, desapacible, gélido
plomizo y glacial...
¡ Muerto!
Hoy ...
en las ramas del árbol sagrado
de la belleza,
cien brotes, comienzan a nacer
imperiosos
¡ Con fuerza!
Con esa fuerza que tiene la vida.
Tras las verdosas montañas
asoma el primer rayo de sol,
oigo los trinos de mis amigas, las aves.
La pradera se va cubriendo
de un manto
de terciopelo verde,
tapizado de pequeñas florecillas,
El río da en susurrar, al descongelar
sus aguas
el gélido viento de nieve se aleja,
llega una brisa...
¡ Suave, tibia!
¡ Ah, qué delicia!,
escucho mil flautas, violines
arpas de hilos dorados,
sonar por doquier...
es que llega ¡ ELLA!...
mi amada...
¡ la Primavera.!
Y con ella...
me nacen, brotan
mil anhelos irrefrenables
¡ Otra vez! me siento
la feliz prisionera del Bosque
de las Violetas,
de las golondrinas, gaviotas, aves
del paraíso
de ese destellante verdeazul del Mar,
de sus playas
de arenas finas y doradas,
de sus blancas y espumosas olas...
De mi nao
anclada en la bahía donde se mece
aquella desgarrada vela
de antaño, al socaire
de tantos olvidos,
que hoy reclaman la memoria
de las cosas...
Prisionera de las flores
de tanta y tanta belleza...
Un sentimiento arrollador bulle en mi,
con tal fuerza, que me insta a soñar
a danzar, ¡ a gritar de júbilo!
a llorar y reír...
A dejar ondear entre las alas
del grato viento sureño, cálido, dulce,
melodioso,
la señorial cometa de los ensueños
de la que penden
las cintas
de todos los primaverales
anhelos
de mi corazón...