Yo cabilaba muy allá,
desde todo aquello que mi cobertura escrutativa
permitía analizar y desvelar,
desde una bicicleta, o un sueño equilatero
lo escaso e insufiente superviviente de " nosotros"
y y todo se tornaba ocluso, escurridizo,
difuminado.
¡ Difuso!
Huecos y resquicios, recuerdos y dudas por doquier.
Olvidé sus promesas de hombre fusilado,
esas que hacen los poetas mutables
o las de los navegantes imberbes
y ¡ qué necia me sentí!
Haber soportado aquel inútil bagaje..
me enardeció,
y de un soplo empujé todo lo que opacaba dar luz
a a dichas y los gozos...e sus horribles caballos de cartón
aquellos infiernos sufridos al trasluz rojizo.
del recorrido por rutas apetecibles
e infinitas,
pero ..
Y ¿realmente inexistentes?
Acople pues , para él, un mensaje al ala de la paloma blanca
decía … ¡Eres un pusilaneme cobarde!
y la puse al vuelo, poniendo fin a todo aquello.
¡Se acabó!,
A
a mi misma me dije…
Desde entonces, obstruyo todo decir,
haciendo publica liquidación de dichos, dimes y diretes.
pues sabido es que huelgan las palabras cuando los oídos se han cerrado
Obturé el visor y la esperanza se ocluyó,
mas rauda que la paloma, opilé muevas emocion
es.
No se puede atrancar, atascar o atorar
el asco a los necios dioses, si justifican lejanías
placeres, deleites y goces que acarician
los corazones de piedra de algunos hombres
con su excusa de remodelar mansiones azules
o plantar abedules en Siberiaa
deteniéndose a negandome a coleccionar mezquindades
acumular oro, y buscar librados.
No se alcanza a encasquillar el sueño o anillo
más rojo que envuelve a Saturno
sin dar ese golpe que jamás podrá devolver la vida,
al reloj del aburrimiento.
Tampoco clausurar lo atrás acontecido, ni murar el cielo,
e vuelo de las aves, o los días de lluvia
sin tapiar y vallar el brillo de los luceros
Por ello…
encallé la celosía del balcón insomne
de mil cementerios repletos
de mendigos rotos
y tomando el ave de la melodía, el susurro
y el placer
regresé al ayer volando...
