Hacía tanto tiempo que no me atrevía
a traspasar las lindes de aquel bosque encantado,
por la obra de un conjuro
que,
hoy al hacerlo, fue para estar contigo,
para recordarte querido Byron,
mi único y más dulce amor...
Contigo, mi delicado compañero,
grato amigo,
abrigándote entre mis brazos
acariciando tus hombros
con el sedoso manto de mis cabellos..
Ya nunca serás otro triste recuerdo del Bosque
de las Violetas
tu exquisitez y delicadeza, la dulzura de tu corazón,
esa bondad que te nacía;
lo maravilloso de saber que alguien
como tú, existía
me hizo revivir...
¡Ah, ¿ cómo no recordar
la primera vez que te vi?.. cuando te conocí
Era un precioso día, de Primavera
yo iba con los cabellos, al viento, gozosa,
por la campiña florida,
recogiendo fresas de entre los matorrales,
contemplando extasiada, tanta maravilla
y belleza:
como la de mis amigas las flores silvestres:
margaritas, lirios y amapolas,
entre muchas otras.
¡ Eran tan hermosas, lozanas!
¡ tan humildes y sencillas!
¡ Estaban tan llenas de vida!
De esa vida verdadera que nace al aire libre,
entre el soplo de los vientos
bajo los colores del iris, las estrellas, la lluvia
y el sol
que, en verdad,
nada tenían que envidiar a las camelias,
acacias y magnolias
ni a las vanidosas orquídeas, del jardín de Veronika,
mi madre.,
Al igual que yo ¡ Os aseguro
que nada envidiaba!
de sus lejanos salones luminosos
de las estatuas y fuentes mitológicas
sus dioses, astros , creencias,
jeroglíficos egipcios
de sus arañas de Strass Svarosqui
ni tan siquiera ya, de la vistosidad de aquellas,
sus mantillas, de encaje veneciano, que yo admiraba;
pues, ahora yo iba, de nuevo, a tu lado caminando
por el mío.
El más bello parque del mundo
los más bellos salones universales,
los de mis deseos.
Iba por el Bosque, al que Leonard, mi padre
bautizó con el sobrenombre de” las Violetas”,
entre mis recuerdos,
sobre la mullida alfombra de la hierba
fresca y perfumada,
bajo los mil destellos del astro rey
y me sentía feliz...
Todo era tan melodiosamente bello,
tan sugestivo,
tus ojos llenos de gozo
y placer...
¡Ay!, al recordarte
el corazón se me desbordaba
al asomarme a tus pupilas
y recordar aquella promesa cálida
de tu boca
me sentía, de nuevo
como presa de tu hechizo.
¿Algo muy extraño me sucedía?
Eras tan alto y apuesto
tan varonil, fuerte y poderoso
que,
quise sentir añoranza de